Enrojecen mis ojos por el humo de tus palabras, la resignación de otro día sin ti me quema por dentro. Clavo mi mirada en el fuego, cara a cara, absorto, sin tiempo ni medida, sin nada más que hacer que vigilar el pasto de tus llamas, sin nada más que oír que el crepitar de mi corazón reducido a cenizas, sólo para ver cómo mi amor por ti arde entre hojas muertas y madera vieja.
Llagas son los caminos que trazan mis lágrimas en su discurrir huidizo y cobarde, burda ilusión de alivio con la que combatir la quemazón del alma, espejismo que se esfuma en el corrosivo tintinear de las gotas socavando aún más mi pena. Y mientras mi rostro es mar, el sol que alumbró tus noches arde hoy en la hoguera de su soberbia, sin un seguro de incendios que restaure los besos calcinados, sin una cláusula de retorno al pasado que apague para siempre sus engreídos rayos.
A solas con el invierno de mi vida, en la lúgubre habitación de las noches que me quedan por quemar, mis párpados se cierran a la realidad… y la mente también. Los sueños y las ilusiones prenden en el silencio del olvido, pero basta un susurro de tus labios para avivar mis deseos más carnales, viejos incendios que nunca sofocaron su sed en tu manantial de nieve.
Las lumbres de mi agonía iluminan el cielo con una pirotecnia de azules, rojos y amarillos, disparando mis lamentos hacia las alturas de la nada, chispas que vuelan como flechas sin retorno. Y de mis pulmones salen bocanadas de versos, señales de un amor que se consume a cada calada y que lanzo desesperado a las nubes, SOS que fluye por la chimenea de mis recuerdos y que se lee igual lo mires por donde lo mires… si tú lo quieres mirar.
Atrapado en tu hoguera, sin salida, me siento a esperar a la muerte, perdidos mis ojos en el infinito de tus llamas, imaginando tu sonrisa en cada lengua de fuego. Y ardo en deseos de abrazar tu cuerpo incandescente por primera y última vez, y quiero extinguirme fundiéndome en tu piel, desintegrándome entre tus caricias, dejándote un rastro inconfundible, mi corazón tatuado a fuego.
1 comentario:
Chispas de versos convertidos en un Fuego de poema..., alumbran y acldean el hogar de tu casa esta semana.
Llama prendida en nuestras miradas,
sonrisas que fluyen relumbrantes,
labios abrasados de besos tropicales,
cálidas manos entrelazadas.
Lava roja, ígnea y densa,
por nuestro roce provocado,
arrasa y mana con desmesura
del cráter erupcionado.
Flama viva en nuestras vidas,
quema incontrolada,
hoguera que arde sin leña,
lumbre infernal y tórrida.
Juegos candentes y apasionados
en la madrugada estallados,
alumbran el cielo de colores,
locura desatada en la noche.
Cuerpos fundidos y agostados,
versos de amor musitados,
caricias crujientes de dedos calinosos ,
incendio a flor de piel … Fuego.
Fuego refulgente y eterno ,
con brío reavivado
por cada mirada ,cada sonrisa,
cada caricia y … cada beso.
Mertxe
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