miércoles, 28 de octubre de 2015

Las penas



Cuando la ciudad se hace desierto y queda desnuda a ojos de la noche, las penas vagan a su aire entre corazones rotos. Y en su inmisericorde ir y venir dejan en el suelo un reguero de ilusiones perdidas, sueños imposibles que se ahogan en un llanto sin consuelo, vidas que se tuercen cuando la alegría asomaba en sus caras.

Se encoge el corazón, tiembla el habla y el cuerpo es un escalofrío que sufre sin saber por qué. Las penas rondan siempre el alma…. tocando la tristeza entre las notas del piano, cantando al desamor en versos marchitos, danzando al son que marca un futuro infeliz.

 Y con el frío invierno habitando en el corazón deambulan entre la niebla tu pena y la mía, separadas para siempre por nuestro amor imposible, ocultas por la negritud de un fracaso pintado con cada beso perdido, anhelando fundirse de nuevo aunque sea en el abrazo roto de la amargura.

 Las penas huyen siempre del amor que amenaza sus vidas. Y en su cobarde escapada dejan miles de sueños en el olvido, condenados a la cruel agonía del tiempo que todo lo cura, expuestos a los vientos que para siempre se llevan mis versos, imaginando con demencia que la luz del alba ilumine una sonrisa en tu boca acostada junto a la mía.

Tu pena de amor es mi condena, sentenciado a morir en vida lejos de tus brazos, flagelado dolorosamente por tus versos que incrédulos aún me quieren. Y de amor por ti se muere mi pena, sabiendo que un frío amanecer todo acabará y que en ese último aliento tu nombre sellará mis labios para siempre.                    

1 comentario:

  1. Llegan mis versos de consuelo para revestir la prosa de tus penas...
    Briznas de mi sibilino linimento
    zurcen los harapos de tus penas,
    entretejen una frazada de aliento,
    arropan tus jornadas de condena.

    Gotas de mi esencia sempiterna
    ciegan los poros de tu lamento,
    discurren hacia tu alma interna,
    sabedoras de aliviar tu lamento.

    Vientos de apetencia en aumento
    desencadenan una pujante galerna,
    fragua el ciclón su intenso sedimento
    con amplexos de ventoleras tiernas.

    Llamaradas de alborozo en cadena
    incineran tus coplas de sufrimiento,
    sepultadas bajo la madrugada serena
    el embeleso resucita el sentimiento.

    Mertxe

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