Cuando la ciudad se hace desierto y queda desnuda a ojos de la
noche, las penas vagan a su aire entre corazones rotos. Y en su inmisericorde
ir y venir dejan en el suelo un reguero de ilusiones perdidas, sueños
imposibles que se ahogan en un llanto sin consuelo, vidas que se tuercen cuando
la alegría asomaba en sus caras.
Se encoge el corazón, tiembla el habla y el cuerpo es un
escalofrío que sufre sin saber por qué. Las penas rondan siempre el alma….
tocando la tristeza entre las notas del piano, cantando al desamor en versos
marchitos, danzando al son que marca un futuro infeliz.
Tu pena de amor es mi condena, sentenciado a morir en vida
lejos de tus brazos, flagelado dolorosamente por tus versos que incrédulos aún
me quieren. Y de amor por ti se muere mi pena, sabiendo que un frío amanecer
todo acabará y que en ese último aliento tu nombre sellará mis labios para
siempre.
Llegan mis versos de consuelo para revestir la prosa de tus penas...
ResponderEliminarBriznas de mi sibilino linimento
zurcen los harapos de tus penas,
entretejen una frazada de aliento,
arropan tus jornadas de condena.
Gotas de mi esencia sempiterna
ciegan los poros de tu lamento,
discurren hacia tu alma interna,
sabedoras de aliviar tu lamento.
Vientos de apetencia en aumento
desencadenan una pujante galerna,
fragua el ciclón su intenso sedimento
con amplexos de ventoleras tiernas.
Llamaradas de alborozo en cadena
incineran tus coplas de sufrimiento,
sepultadas bajo la madrugada serena
el embeleso resucita el sentimiento.
Mertxe