lunes, 26 de diciembre de 2011

Unos segundos
















Hoy he subido en marcha al tren de mi vida para tratar de detenerlo, aunque fuera sólo por un momento… Y he decidido que el tiempo ya no se me escurriría más entre los dedos. Así que he cerrado rápidamente mis manos y, sintiendo las cosquillas de su aletear cautivo, ya sólo era cuestión de pensar en cómo guardar para la eternidad el tesoro de esos segundos atrapados.

Entonces, he alzado desafiantes mis puños mostrando a las estrellas lo que no es mío, amenazando al cielo con paralizar el paso de las noches y los días, implorándote que pongas de una vez en hora el reloj de nuestro amor para marcar el transcurrir de una nueva existencia. Extendidas mis manos, sobre mis arrugadas palmas he contemplado la belleza del tiempo detenido, apenas unos segundos… lo que aguantan sin quebrarse las gotas de lluvia que posan sus cristalinas formas en las hojas de los árboles, lo que tarda un globo en perderse por las nubes huyendo entre lloros de unas aniñadas manos, lo poco que cuestan en esfumarse mis suspiros de deseo cuando imagino tu desnudez adosada a mi ávido cuerpo.

Unos segundos, apenas unos segundos necesito para descubrir la realidad de tu rostro tantas veces imaginado. Dame unos segundos frente a tus ojos de luna y para mí será una vida entera… porque mi amor volará por los raíles del tiempo hacia tus brazos, porque mis sueños verán la luz cerca de las estrellas, porque mi boca se alimentará de tus deseados labios en un beso eterno.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Fantasía

Se abre tu mano confiada a mi llegada y, sin apenas rozar tu tersa piel, entre caricias tan leves como la brisa de agosto que nos envuelve, mis dedos se anudan a los tuyos, esclavos, huyendo de la libertad de demasiadas noches sin ti. No hay palabras, tus ojos lo dicen todo mientras muerdes tus labios sellados y, la noche ardiendo en nuestros deseos, una mirada nos basta para imaginar un abrazo desnudo a la luz de la luna.

Emprendemos el viaje a nuestros sueños, juntos, por fin. La playa de la fantasía se acerca en pausado caminar y no puedo hacer otra cosa que mirarte… porque tus piernas de bronce se muestran hermosas bajo el sedoso vestido blanco que insinúa tu rotunda figura, porque tu cabello vuela desatado jugando a esconder tu irisada sonrisa. No puedo hacer otra cosa que mirarte… y pensar en cuánto te deseo.

Ya casi hemos llegado. Cierra tus ojos de miel y déjame que los cubra con el negro paño de la noche y mientras, a tientas, déjate llevar por las mil y una sensaciones que sacuden tu cuerpo. Despojada de tus sandalias, sientes la arena fría bajo tus pies y, abrazada por la frescura, un escalofrío te recorre la piel endureciendo tus pezones, amenazantes puntas de flechas que firman mi definitiva rendición a tus encantos.





















Silencio, todo está en silencio. Apenas si se escucha lejano el arrullo de las olas, nana que canta la marea y que, de pronto, nos inunda por completo con sus sensuales susurros. Contemplo tu bello rostro y me sientes, corazones agitados, pulsaciones a mil, todo es deseo. Y entre los acantilados, vigilados solo por la luna, atracamos en la pequeña cala de nuestro amor. Tu cuerpo se estremece al notar el agua correteando alrededor de tus pies y, excitado como nunca, alivio tu sofoco dando un poco de mar a tus ardientes senos. Suspiras de placer, me muero un poco más.

Liberados tus pechos rebeldes de la cárcel de seda, su generosa rotundidad mirando al cielo estrellado, mis dedos se pierden por sus dunas en cálidas caricias y mi sedienta boca se bebe la sal que los impregna para llevarla luego a tus labios. Besos salados de amor dulce, excitante paradoja a la orilla del mar. Al abrigo de las rocas, arde la noche de verano. Y las gotitas de sudor que salpican tu piel marcan a mi lengua la senda de la infinita demencia. No ves nada, sientes todo. Y tus gemidos van y vienen en la noche, como las olas.

Ciega de pasión como estás, soy un juguete en tus manos. Y sin querer ver nada, recorres mi torso en una caricia que no tiene fin. Tus puños golpean mi pecho con desesperación, en mi espalda se clavan las uñas de tu ansiedad. Y mordisco a mordisco, entre maldiciones lascivas, conquistas toda mi orografía sin dejar que nada escape a tu control, tomando firmemente el timón que pondrá rumbo hacia el mar de orgasmos en el que navegarán unidos nuestros cuerpos desnudos. Me tocas y me tocas, sin rubor. Y mis profundos suspiros son las notas que acompañan tu sinfonía de placer, sin silencios, al compás del ritmo que interpretan tus ágiles manos en todo mi ser.

Las estrellas sobre mi cabeza, bajo mi firmamento todo tu lácteo universo, de par en par se abren los pétalos de tu rosa, labios de vertical sonrisa. Y, marcado a fuego por tus sísmicos roces, me adentro desesperado en tu valle de locura. Fundidos por la pasional combustión, mi llama prendida en tu hoguera, mis espasmos alimentan terremotos en tu pecho hasta que, el cielo iluminado ante nuestros ojos, somos pasto de la brutal erupción de nuestra pasión volcánica. Gritas de placer, a los cuatro vientos dices que me amas y te beso apasionadamente, como nunca lo había hecho, como tantas veces había imaginado. El alba nos sorprende y, a media luz, cubierta nuestra desnudez sólo por un abrazo, dejamos que el mar nos despierte del sueño, en la playa de la fantasía.