jueves, 22 de septiembre de 2011

Las horas muertas















Me he sentado a esperar, sin prisa. La mirada perdida y la mente en blanco, la piel insensible y el corazón frío, nada que hacer. La soledad, mi amor eterno, me ha cedido gentil un asiento en primera fila, donde mis ojos se acomodan para llorar cada minuto pasado y comprueban sin remedio que el pasar de mi vida es un desfile de causas perdidas.

Tengo la vista cansada, agotada de escrutarlo todo con la inútil esperanza de encontrar una respuesta, de encontrarte. Y las horas muertas se me van tras tus besos, huyendo de la realidad que me hiere cada amanecer, portando a hombros mi corazón inerme, volando hacia un destino inesperado.

El tiempo muere sepultado entre mis dudas e indecisiones y, después, reducido a un puñado de arena que sopla el viento, corre sin ser visto. Y en su viaje invisible choca con todo y cambia los amores de lugar, como si la vida se viviese al albur de sus caprichos, como si la muerte esperase siempre a su señal, como si su preciado valor en oro no fuese más que una burda artimaña con la que enterrar en paz a tantas almas resignadas.

Y no, no hay tiempo para más. Y de su paso apenas quedan huellas en mis plateadas sienes, en las cicatrices de mi corazón rasgado, en las arrugas de mi deseo marchito. Se mueren, se mueren las horas de soñar imposibles, se mueren de pena.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La vuelta


















Caminos de hierro forjan mi regreso… y de mi corazón, imantado en tu recuerdo aún incandescente, saltan chispas a cada paso que desanda mi huida; y de mi mente, que vive obnubilada en la calentura de soñarte, se escapan lenguas de fuego que arden en deseos de extinguirse bajo tu blanca piel; y de mi alma, tantas veces chamuscada en la hoguera del desamor, renacen las llamas que sin compasión me han devorado.

Vuelvo, aunque nunca me fui… como el sol que disfruta de su anonimato en las mañanas de niebla cerrada, como las olas que esconden su rabia entre las rocas cuando el mar es calma, como los versos que mi amor recita y ansiosos se ahogan en el tintero.

Y si alguna vez te dije adiós, miénteme con todas tus fuerzas… y hazme creer que mis vacías manos nunca enarbolaron al viento una despedida; y déjame ver que en el espejo de tus ojos no se reflejó el fluir de lágrimas de los míos; y cuéntame el cuento de que mis besos llegaron a tus labios.

Sin rumbo, regreso sin rumbo… deteniéndome en cada curva del destino para olvidar el pasado, saboreando cada instante antes de que se lo lleve el diablo, permitiendo que el caos que gobierna mi vida dirija el ir y venir hacia tus brazos, sintiendo a corazón abierto desdichas y alegrías, amando como nunca amé, dándome la vuelta.

He tomado prestada la imagen del 'tren al amanecer' del artista argentino José Luis Llanos. Puedes admirar su obra pictórica en la dirección http://josellanos.artelista.com/en/