sábado, 19 de mayo de 2018

El amor y la nada





Suena de nuevo un violín triste en mis solitarias madrugadas…  el amor estrangulado entre sus cuerdas que ya tocan a fin, mi corazón roto por su frío y afilado arco que hurga una y otra vez en mis heridas, y la música baña mi alma en un mar de quejidos sin más eco que mi propio silencio.

Cuando el amor se va llega la nada… y lo cubre todo con su infinito manto de soledad tejido. Y vacía de sentido la vida que antes lo llenaba todo, y esconde para siempre esa sonrisa que me cautivó como a un esclavo, y no deja al alcance de mis ojos sino un desierto poblado de los fantasmas de amores pasados.

Cuando todo es nada el amor no es ni siquiera un recuerdo… y la sonrisa de mis ojos se apaga entre la negritud de la noche, y mi corazón deja de vivir huérfano de tus latidos cercanos, y mi piel ni siente ni padece, y mi pasión no es sino una leyenda nunca a nadie contada.

Tañe y tañe el violín en mi infinito viaje a la tristeza, donde el amor y la nada son almas gemelas, donde tus ojos se cerraron a los míos en un abrazo de mentira, donde mis palabras negaron las tuyas en un diálogo abocado a la muerte.

Y los versos vuelan ligeros entre mis dedos… sabiendo que no van a ninguna parte, volviendo a la luz cuando el día es noche en mi corazón, llenando mi papel en blanco de su negro presente, jugando a vivir pese a que han escrito que el amor es la nada.