martes, 28 de agosto de 2018

Mar de soledad



Mi corazón llora versos todas las noches... lágrimas que inundan mi océano de papel en blanco; cristales diminutos que dejan entrever mi pena; estrellas fugaces que desaparecen en la negritud del cielo; gotitas saladas que resbalan por mis mejillas esperando besar tus labios.

Es noche abierta para un corazón cerrado… una ventana de par en par por la que las estrellas se asoman pixeladas ante mis ojos vidriosos, un lienzo inacabado de mil colores grises que de tristeza parece pintarlo todo, una mañana de primavera en la que las rosas se asfixian engullidas por una niebla tan inesperada como espesa.

Ajada mi piel por la frialdad del agua marina, mi vista rota de tanto mirar a un horizonte de penumbra en tan inútil espera, dejo pasar el tiempo en silencio… y las olas enmudecen ante mi pesar, y las caracolas ya no suenan a mar, y la arena se postra desnuda a los pies de mi dolor, y hasta la vieja luna se hace nueva para que la luz sólo sea cosa de un faro solitario cuyos rayos alumbran con desgana.

No hay amanecer sin noche ni amor sin daño. No hay besos suficientes en tus labios para colmar la ansiosa sed de los míos. No hay noche que muera acurrucada entre los brazos del sol ni mal de amores que no sueñe con ser amor de nuevo.

Mar de soledad… alma que lentamente se desploma hacia el vacío infinito, angustia que se apodera de todo cuando la vida ya no es nada, nostalgia que es el aire que a cada instante respiro, recuerdo de un amor que ahora ya sólo muere en el olvido.

martes, 21 de agosto de 2018

No te quiero querer


Hoy era un día más. Uno más de un verano menos, uno menos de una vida que, sin darme cuenta, se apresta a dar la vuelta a la esquina caminando hacia un oscuro final cuyos versos no están escritos, un desenlace que se acerca desalmado jugando a parecer lejano.

Y esta noche he acabado contando las estrellas bajo el manto de la luna…. mil y una veces porque cada dos por tres me perdía cegado por la luz que de tu hermoso corazón emanaba, sabiendo que nunca me saldrían las cuentas porque tu estrella es de otro universo, suspendiendo con los números porque el amor hace tiempo que es una asignatura pendiente.

Iba a ser un día más, pero tú eres el sol que me ha amanecido…. y cómo renunciar a la calidez de tus abrazos imaginados cuando ahí fuera hace frío, y cómo no dejarse acunar por la suave voz de cuento que susurra en tus labios, y cómo mirar para otro lado si tu sonrisa nunca vista me ilumina a todas horas en el mundo de los sueños.


Y esta noche las estrellas me han contado que mi corazón se muere si no ama…. y que la solitaria oscuridad de las noches sólo alumbra versos tristes, y que el amor, como la sangre, debe brotar de nuevo, y que alguien les ha dicho que juntos dibujamos una órbita de otra galaxia.

Te diría que no te quiero querer…. pero no hay una isla a la que huir de náufrago como muchos ‘Pablos’ claman en una canción; pero soy el único girasol rebelde que le da la espalda al astro rey sólo para contemplarte, pero no hay una sola ola en el mar que no quiera morir en la playa, pero mi corazón prefiere malvivir amando hasta la locura que esperar a que la eternidad apague una vida gris que nunca pintarías en tus cuadros.

No te quiero querer… canta un fado esta noche de melancolía en la que su tristeza se ha enredado entre las maltrechas cuerdas de un violonchelo callejero.

No te quiero querer… entona en el ocaso de su vida un marinero ebrio que surca su propia soledad bebiendo mares de whisky en uno y otro bar.

No te quiero querer… piensan los peces de la ciudad que nunca se han mirado en ese océano tan turquesa como inmenso que vislumbro en tus ojos.




Nota para quien llegue aquí: Mis disculpas (y agradecimientos sinceros) a Pablo Alborán y Pablo López porque este texto juega con algunas frases de la canción 'Peces de ciudad'.