lunes, 31 de mayo de 2010

Tatuaje de luna


Duerme la primavera. Me llevan los sueños por donde quieren. Y me despiertan … y tú en mis sueños, luz incandescente. Resplandor en duermevela que rompe las cortinas, que ciega mis ojos somnolientos, que alumbra cada noche de mis días .…

Desnudo en la fría oscuridad, atrapado por tus destellos, tirito de amor cuando me acarician tus largos dedos. Y sin pensarlo dos veces, nuestros cuerpos chocan en la inmensidad láctea y nacen estrellas de nuestros añicos. Sol y luna, nuestra fusión lo eclipsa todo.

Recorren mi anatomía tus besos de plata y esculpen un reguero de amor a fuego lento. Tatuaje de luna en mi piel de oro. Eterno grabado que nunca es el mismo, que exhibe cambiantes tus fases, que la pasión enciende o apaga con el mismo ímpetu que la marea sube o baja en la playa de mi corazón.

Al alba, siempre al alba, tus labios metálicos se posan en los míos. Y los poseen con la brutal frescura del rocío mientras las dudas de la alborada se hacen niebla. Entonces, ocultos en la discreta bruma, nos perdemos en las órbitas más lejanas del universo …. para no dar cuentas al cielo de nuestro amor, para no fingir nuestros escalofríos de placer. Sol y luna, amor imposible que se hace posible cada madrugada.

Y ya no te siento hasta que rompe el día siguiente, cuando de nuevo las distancias infinitas se esfuman en el cruce de caminos que lleva a nuestro amor furtivo. Después, arropada por las estrellas, descansas en mi lecho. Y yo salgo a buscarme la vida como cada día y, con tu recuerdo dibujado en mi cuerpo, de felicidad lo irradio todo. Tatuaje de luna, mi tatuaje.

La ilustración es obra de la diseñadora argentina Lore di Luciano (puedes seguirle en twitter @loremac).

miércoles, 26 de mayo de 2010

Versos para el olvido


Frunce el ceño el viejo poeta, como si ese gesto, mitad enfado mitad concentración, atrajese los versos a sus manos temblorosas. La ventana está entreabierta. Sus ojos pequeños salen a buscar rimas perdidas entre la negritud salpicada de estrellas. Entra sin permiso la zozobra que le atormenta, el amor real nunca vivido, una angustia que cada día extingue su débil aliento.

En penumbra. En blanco ante el papel desierto. Borrón y a empezar de nuevo. Sin título, sin tema. Otro tachón y los versos que no llegan. Buscando una respuesta clava su mirada en la luna, espejo del cuarto menguante de su propia existencia.

Y la vida se va cada noche, en endecasílabos mal medidos que tocan a muerto, sin saber si habrá otro amanecer.

Luz saliste a iluminar mi camino,
borracho de ego negué tu presencia,
y tu albura oscureció por la ausencia,
mi miope ceguera no vio el destino.

Mis pies infames mancharon la alfombra
de amores que encontré en mi travesía;
mis manos despreciaron la agonía
de tus pétalos llorando en la sombra.

Y la vida moría en decadencia
cuando, mi flor de Arabia, tu perfume
gritó a la luna mi absurda existencia.

Jazmín, tu elixir a fuego consume
mi corazón que, henchido de arrogancia,
arruinó tu amor y se agostó impune.

Sin permiso, mi humilde homenaje al poeta argentino Jorge Luis Borges, inspirado en su muy leído haiku: "La vieja mano/ sigue trazando versos/ para el olvido".

jueves, 13 de mayo de 2010

El último beso

Estoy esperando. Sí. ¿No lo recuerdas? Me has enviado un beso por email ... Ya ha pasado un buen rato. Aunque no tengo prisa. Bueno ... es mentira. Estoy deseando fundir mis húmedos labios en los tuyos, mi lengua se inquieta, siento cómo palpita desbocado el corazón, me tiemblan las piernas.

Hace un momento, en tu despedida he leído "Un beso" y debajo apenas unas cuantas letras que juntas me recordaban a ti. Y me siento extraño. Quiero probar de nuevo la miel de tus labios, sellarme a ellos para siempre, vivir del aire que respiras. Pero no llega. Prueba a reenviar. Estoy impaciente.

Sueño con ese último ósculo robado sin saber cómo será. ¿Cómo son los besos electrónicos? Suena a labios metálicos, fríos, sin alma, diciendo adiós ... Imagino ese beso viajando entre cables de colores, saliendo de las entrañas de los circuitos, invisible con un simple golpe de ratón.

Hundido en la desazón, vuelvo a mirar en la bandeja de entrada ... sí, ahí está mi beso, tu último beso. Seguro que ha habido un error informático. Porque ya lo he leído unas diez veces y ahí sigue estando mi beso, tu beso que rompe mi amor.

El ordenador no me dice nada. Sólo veo reflejados en la pantalla mis labios abiertos, vacíos, huérfanos, tristes. Lo peor de todo es que igual me llamas para saber si me ha llegado el email. ¿Y qué te digo? ¿Que por error he recibido un abrazo amigo? No. Me quedo esperando, aunque me hayas dicho que mi amor ya no es el tuyo. Mi último beso.

jueves, 6 de mayo de 2010

La libertad perdida


Abrió las puertas de sus ojos con dudas. La luz del día bañó su rostro por primera vez desde ... No lo recordaba. Venía de la penumbra, donde las estrellas brillan por su ausencia y los candiles no alumbran y sólo encienden sueños. Manos a la espalda, muñecas enlazadas como de costumbre, sus pasos se alargaron a tientas. Ante sí ... un campo minado, arenas movedizas, el crujir del río helado, un cepo mortal bajo la hojarasca.

Vida vivida bajo el miedo, paredes del alma desnudas, como su cuerpecito frágil y mancillado. Días que parecen noches, noches que el insomnio convierte en días, ojos siempre en guardia temiéndose lo peor. Adolescencia rasgada, recuerdo atroz. Juventud perdida en un metro cuadrado. Mujer mal querida, tantas veces violada por el cruel destino.

Avanza insegura por el puente, el precipicio le llama. Le empuja la mano que le robó la inocencia, hizo cicatrices su rostro y profanó sus entrañas. La misma mano que le dio de comer y de la que alguna vez salieron caricias, pocas. Al otro lado, la libertad .... un mundo desconocido, un territorio ajeno, otro hombre que quizás haga bueno al hijoputa que la mató en vida.

Un paso atrás, y otro más. Vértigo ante lo inexplorado. Dudas, muchas dudas. Hasta que decide echarse de nuevo en brazos del pasado. Y llora sin lágrimas la libertad perdida. Para siempre.

domingo, 2 de mayo de 2010

El peine del viento

















Saltan las olas a tu encuentro, te mojan con la espuma de sus rizos, juegan orgullosas a empaparte. Volátil como eres, te pierdes en rodeos y huyes asustado. Pero siempre vuelves, a veces para quedarte, sobre todo en las cálidas noches de verano cuando tu fresca brisa es una caricia interminable.

Viento, dicen que el mar es tu amor ... amor no correspondido. Y dicen también que cuando la oscuridad es mayoría lloras en soledad, alumbrada tu tristeza sólo por el viejo faro. Y tu débil quejido viaja en la noche acunándolo todo, aunque las que más saben de tu gemir son las caracolas, que nos susurran al oído tus penas.

Harto del mar de desaires, desbocado como un caballo salvaje recorres la bahía y no dejas títere con cabeza. Si soplas con mucha fiereza, como un vikingo que viene del Norte, hasta las gaviotas buscan refugio al pie del acantilado, la cabeza bajo el ala para no ser cómplices de tus violentos arrebatos.

Viento, dicen que tu amor es el mar ... mar de dudas en el que vives ahogado. Y dicen también que cuando ya no estás enfadado te acercas al peine de las rocas. Y desenredas tus larguísimos cabellos, hilos invisibles que se dejan acariciar por las púas hasta brillar como nunca. Entonces, apoyado en la ventana que da a la playa, el mar te interroga una y otra vez sobre el futuro. Y sin saber qué contestar, resoplas y te enredas de nuevo en el peine.