jueves, 30 de diciembre de 2010

Viaje a ninguna parte

















Siempre quise estar ahí, delante de ti, con las manos en los bolsillos y la sonrisa de un día de fiesta, con el pelo alborotado por los nervios y las lágrimas a punto de caer por mis mejillas. Quise ser lo primero que viesen tus ojos de luna miles de kilómetros después, quise que mis labios calmaran la sed de tu amor perdido en el desierto del infortunio y quise escuchar tu nombre en mi boca al romper el alba de una nueva vida, la nuestra.

Pero no, el destino me ha asignado la terminal del fracaso y a ti otros brazos en los que descansar tu amor, tu nuevo amor. Y no seré yo quien transporte las maletas de tu alegría, y no seré yo el anfitrión de tus besos tanto tiempo deseados, y no seré yo el juguete que anhelé ser en tus pequeñas manos, a estas horas enlazadas ya en otras manos.

En aquellas noches de mi primavera, encendido mi corazón en la hoguera de los deseos imposibles, perseguí tu luz detrás de las estrellas, sentí cerca tu intenso calor y escalé a lo más alto de mi existencia para tocar el cielo a manos llenas. Y allí, en el valle de las fantasías inalcanzables, rota la camisa de la vergüenza, abrí mi pecho desnudo a la oscuridad de tus días de invierno. Color de tu vida en blanco y negro, sonrisa irrepetible tú en la mía, me entregué como nunca supe hacerlo.

Fundidos nuestros cuerpos, viajamos al más allá de las caricias, a un paraíso escondido entre las brumas de la inconsciencia. Y entre un trinar constante de susurros y jadeos, mi piel se cosió sin dobleces a la tuya con hilo de fuegos artificiales. Refugiados en la borda de nuestros sueños, la leña de pasados desengaños ardiendo en el hogar, vimos por fin abrirse el cielo.

Pero ciego, ciego de cobardía, mis labios sellaron tus ojos con un beso mortal, apagando para siempre la luz de tu camino, dando por terminado nuestro viaje, viaje a ninguna parte. Y hoy que las distancias se han esfumado, tu amor duerme en otra cama y tu corazón ha dejado de soñar... conmigo.

La foto que ilustra este relato, 'La borda viajera', es de Pablo Roa (@pautxo en twitter) y ha recibido el Premio de la Semana de Montaña de Anaitasuna. Te invito a que sigas su blog: http://frotolafoto.blogspot.com/

lunes, 27 de diciembre de 2010

Hormaren malkoak

















Hementxe nago, munduari begira. Nahiz eta begirik ez eduki, nire inguruan zer gertatzen den jakitea gustatzen zait. Jendea joan eta itzuli, presaka. Eta denbora, nahi gabe, pasatzen da. Batzuetan, haurrak niregana etortzen dira eta aho zabalik irakurtzen dute.

- “Aita, aita… nor da Mikel?
- Ez dakit, alaba”.

Orain dela hamar bat urte, gazte batzuek ‘MIKEL ASKATU’ leloa nire gainean idatzi zuten. Eta, bereziki, oraindik oroitzen naiz negar egiten zuen 18 urteko neskatxo batez. Bere lagunararen izena jartzen ari zenean, malkoz beteta, letra bakoitzean labankada bat sentitzen zuen bihotz erdi-erdian. Azken hitzarekin oihu goibel batek bere ahotik ihes egin zuen, askatasunaren asaskaldia.

Han geratu zen, nire gainean eusten, bere aurpegia nirean itsatsita. Eta gero ukabilkadak eta ostikadak ematen hasi zen. Orduan, nik ez nuen jakin zer esan, ezta gero ere, eskuetatik odola ateratzen hasi zenean. Gorriz zikinduta, utzi nuen hura egiten eta begiak itxi nituen, badaezpada.

Artekako izpi urdinak, bat-batean, bizitzen ari ginen iluntasuna argitu zuten, indarrik gabe eta etengabe. Gero eta altuago entzun zen sirenaren hotsa, oihartzunarekin eta guzti. Iratzargailu madarikatua¡¡¡ Akabo gure artekoa.

Hutsik geratu nintzen, beso zabalik, norbaiten zain. Ametsa pentsatu gabe etorri zen eta, ezer esan gabe, joan zen. Eta bera ere bai. Momentu batean, betirako nirea zela sinestu nuen. Gizajoa¡¡¡ Egiatik inoiz baino urrutiago…

Azkenean, horma bat bakarrik izan nintzen berarentzat. Eusten ahal duen tokia, malkoak uzten ahal dituen sorbalda... Oraindik, elkar ikusten dugu. Nire alboan ibiltzen denean, begirada bat botatzen dit eta erdi ezabatua bere lagunaren izena ikusten du. Baina Mikel ez da agertu, ez dago. Eta berarekin, joan ziren malko guztiak. Bereak… nireek hor jarraitzen dute, egunero lurrera erortzen. Inork ez daki zer gertatzen den... agian zulo batetik ateratzen dena tantaka edo, besterik gabe, hezetasun handiaren ondorioak. Utzi zituen malkoak.

Gauero beraren zain egoten nintzen baina sekula ez zen itzuli. Gustatuko litzaidake berarekin hitz egitea edo zerbait gehiago. Bere kezkak hartuko nituzke nire bularrean, beharbada. Gau hartan bezala, lekukorik gabe.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Carta a la luna















Mis letras escriben un futuro sin ti, pero ya es tarde… no puedo borrarlas, habitan y se expresan en el papel de mi vida en blanco. Y corren. Sí. Corren por delante de mis narices, a lomos de las palabras salvajes, sin orden ni concierto, sin esperarme. Y cuando las alcanzo a leer, lloran por mis penas, se arrugan en la angustia de mi corazón, sueñan con amores de leyenda. Nada que contar, desfilan en frases entrecortadas por puntos suspensivos y trazan con hermosa caligrafía las mayúsculas de otro fracaso, de un amor de primavera que ya consumió sus efímeros capítulos.

Luna, lunita... estrellado en la noche que nos separa cada día de nuestra existencia, te escribo esta carta. Y te cuento que mis amaneceres son otros sin tus besos de plata, que en mi soledad te recito los versos más tristes del universo, que lloro desconsolado lo que pudo haber sido y nunca será... pero tú ya lo sabes.

Luna, lunita... eclipsado en el más lúgubre de los ostracismos, mi corazón se hiela en las madrugadas de tu indiferencia. Y me desangro al imaginar que otros brazos te esperan, que serán otros labios los que paladeen la miel de tu boca, que el calor de tu pecho tiene otro dueño... pero tú ya lo sabes.

Luna, lunita… el destino ha querido que estemos más cerca, pero de mí pasa de largo, sin detenerse en la estación en la que hace tiempo aguardan mis sueños. Y aunque ya no volverá a pasar nuestro tren, me quedo esperando toda la eternidad, con las maletas cargadas de amor, con las manos vacías... pero tú ya lo sabes.

Oculto tras las montañas de mi cobardía, te miro temeroso, con la sensación de estar siempre fuera de lugar. Tu luz de plata atraviesa la noche y, en el oscuro olvido mis días radiantes, me muevo entre las sombras de mi alma en pena, sin dejarme ver, sin querer ver cómo me dejas... para siempre.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Azul




El cielo ha robado el azul de tus ojos. Ha sido por la noche, mientras dormías. Escondido tras su manto de estrellas, se ha colado por la ventana entreabierta de tu última mirada. Y un segundo antes de que tus párpados se sellaran, ha cogido tu color al vuelo y se lo ha llevado puesto. Eso sí, sin hacerte daño, deslizando mil caricias por tus mejillas, pintando tus sueños con su purpurina de plata, llenando tu almohada con besos de algodón.

Y en su huída hacia el día siguiente, por las prisas azuzado, de la nocturnidad de los hechos presa, el celestial ladrón se ha fugado dejando caer tras de sí un reguero de lágrimas, gotas de amor ahora desperdiciadas… que en silencio guardabas para mí. Tu expoliado llanto lo ha inundado todo y, sin romper el alba, ha nacido un mar de azules, espejo de tus ojos en el que el cielo se mirará al amanecer, como si nada hubiera pasado, sin disimulo.
















Acunada en tu lecho de rosas inexistentes, añiles como tus luceros dormidos, sueñas con lo inalcanzable... y te rindes sin condiciones al amor que amas, y le dejas hacer a ciegas, sin prisa, abandonándote al deseo que tantas veces te ha matado, con las puertas de tu corazón abiertas de par en par hasta la alborada. Fluyen y fluyen las fantasías en la duermevela como antes tus ríos de lágrimas llenaron mares de dudas. Y mientras tu cuerpo se agita en el oleaje de la pasión, tu alma flota de paz, sin resuello, feliz.

Entonces, al balcón de tu iris marino asomados, extinguiendo de golpe el fuego que ardía en los valles oníricos, los primeros rayos del sol te susurran al oído dulces auroras que anuncian la luz del nuevo día. En tu boca tatuada una sonrisa, caliente todavía en el pecho el placer de los sueños, abres tus ojos hasta el infinito. Y ves, y me haces ver, un mundo diferente, donde todo está pintado de azul, donde cada mirada es una declaración de amor, donde el cielo y el mar no tienen horizonte que les separe. Azul, como tus ojos.

Xeli Alcaide (@bbbllum en twitter) pone los ojos en este relato y ha seleccionado las imágenes. Además, reúne sus letras en el blog 'Camí de la llum'(Camino de la luz) http://llumbbb.blogspot.com/.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Metros de ilusión

“Ya no caben más versos en el mundo”. Lo he leído en las entrañas de Madrid, donde las vidas circulan meteóricas de parada en parada, sin tiempo de arribar a la última estación, aquélla para la que sólo tenemos billete de ida. Presa del ultimátum, mis versos se han despojado de inmediato de sus rimas y, al aire sus vergüenzas, se han hecho prosa. Y ahora son pasajeros que viajan en todas las líneas, mostrando el punto y seguido en cada cambio de trayecto, llevándose la música a otra parte.

Bajo el suelo de la ciudad corren libros de mano en mano, pero es literatura de garrafón, para todos los públicos, servida en recipientes de usar y tirar; novelas a granel que mezclan mal y se suben a la cabeza; monótonos encuadernados de los que huyen despavoridas las letras y que, en un cerrar de ojos, se convierten en espejos para esas mentes desgraciadas que dormitan en blanco.

Sea como fuere, en las catacumbas de la modernidad las historias fluyen como ríos y nos llevan a mundos nunca antes imaginados; quimeras que estallan como fuegos artificiales al ver la luz del sol, cuando las bocas del metropolitano vomitan personas de todo tipo y condición y, con ellas, sus ilusiones depositadas unos cuantos metros bajo tierra.

















Perdida para siempre mi batalla con la realidad, mi vida, que ya sólo habita en los adentros, transita en un vagón que a ninguna parte lleva, donde la oscuridad es perpetua y los sueños zarandean mi alma como quieren. Entonces, a salvo de la cruda verdad, imagino que te veo, sentada cada mañana en el mismo asiento, tus cabellos castaños lloviendo sobre las páginas de un libro.

Tú lees... y yo escribo, garabateo rimas en un trocito de papel que se arruga entre mis manos nerviosas. Sin levantar la vista, sueño con que mis labios descansan en tu sensual cuello desnudo, entre besos de amor, bajo la protectora mirada de la luna tatuada en tu piel.

Tú lees... versos de Borges en los que tus ojos se posan para alimentar sus miradas de miel, haikus que recito al mismo tiempo que salen de tu boca porque... seas o no el sueño que olvide antes del alba... mi vieja mano sigue trazando versos para el olvido.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Miradas

















Cada día, a la misma hora, nuestras vidas se cruzan. Pero tú no sabes nada, la tranquilidad de tu rostro delata inocencia, los ojos verdes de tu limpia mirada escrutan de otra forma el mundo, sin el dolor de amores pasados.

Si tú supieras... todas las mañanas te miro pero no me ves, ensimismada en tus cosas caminas calle abajo, los rayos del sol prendidos en tus cabellos de oro, la naricita levemente sonrosada por las caricias frías del viento, tus blancas manos a salvo en los bolsillos de tu abrigo.

Si tú supieras... pasas a mi lado, casi rozándome y mi cuerpo, tenso como un arco, se siente acariciado. Y detrás de ti van mis verdes ojos, testigos diarios de tu sencilla hermosura, cegados por el cometa de tu nacarada piel, fuera de su órbitas para no perderse ni un detalle de tu ser.

Si tú supieras... he imaginado que tus pequeños labios encuentran refugio en los míos y mil veces me he preguntado a qué sabrán tus besos. Y sería tuyo mi pecho lleno de abrazos y mis manos, siempre traviesas, sin desmayo jugarían a buscar las tuyas.

Si tú supieras... bañado por la nube de tu perfume, embebido por la infusión de tu inconfundible fragancia, he anotado varios versos en un papel en blanco, estrellas fugaces en la noche de hielo, brotes de amor en el desierto que quema mis días.

Pero tú no sabes nada. Eres feliz en tu ignorancia, sostienes sin miedo tu mirada en la mía y, al pasar, tu sonrisa se hace destellos que iluminan la soledad de mi existir. Y sueño, sueño con la música de mis labios al pronunciar tu nombre, notas desconocidas en una partitura anónima. No, no sabes nada, aunque cada día, a la misma hora, nuestras vidas se cruzan.