miércoles, 23 de febrero de 2011

Condenado

En tu muro se ha perdido para siempre mi mirada. Y mis sueños, que la guiaban camino de la esperanza, sin remedio se desangran en las cunetas, en mil pedazos descoyuntados, llorando por la vida que muere en cada lágrima por ti. Pared vacía… sin letras de rabia denunciando tu amor imposible, sin protestas escritas a todo correr en mensajes inacabados, sin rastros secos de sangre que pigmentan mi dolor, sin nada que lamentar.

Me dejo caer, abatido como mi alma, exhausto por la locura de jugar a buscarte sabiendo que ya no estás... ni volverás. Y mi espalda, apoyada en la barrera de la distancia, siente los puñales helados de tu ausencia... para siempre. Testigos habituados al desamor, mis ojos se miran en el nítido cielo, viendo las estrellas una y otra vez al chocar contra la piedra de tu corazón. Nada que decir. Nada que reprochar. Yo mismo te arranqué de mis brazos, yo mismo te empujé a besar otros labios sin haber catado antes los tuyos. Culpable, culpable de no amarte, culpable.


Y con mi vida sentenciada, a cambio de tu felicidad mi pena, soy reo y verdugo de mi castigo. Sin que me digas nada me he puesto la soga al cuello, de la manera más elegante que he sabido, por si vienes a despedirme. La asfixia, que me espera con la respiración contenida, empieza a apretar mi garganta y cuando todo parece perdido, reapareces en forma de ilusión, cumpliendo quizás el último deseo del condenado. La desnudez de tus formas nunca holladas es mi luz emergente entre las brumas, la visión que ciega mis ojos por tu amor anegados, la alegría que ilumina un nuevo viaje al pasado...

Porque si volviese a empezar, tropezaría de nuevo. Y te diría en pocos caracteres que la miel de tus ojos alimenta mi pasión, y que tu hermosa sonrisa abre un paréntesis cerrando la puerta a mi tristeza, y que mis besos insaciables te comerían a versos, entre suspiros y gemidos que riman de placer. Y aunque pudiera, no cambiaría nada… porque no hay nada más bello que amarte, aunque ahora de amor muera; porque despertaste a mi corazón de un largo invierno, aunque ahora arda en la soledad del infierno; porque te quise sin desmayo, aunque ahora quiera perder para siempre la consciencia. Ven, no tardes, la muerte espero en tu último beso.

jueves, 17 de febrero de 2011

En tu ventana




Un sudor frío recorre mi cuerpo en la noche, abrazo de hielo entre las sábanas vacías, gotas de desamor que calan en el mar de mis penas, sin ti la cama es un páramo desolador. Mis ojos son pájaros nocturnos; tus besos, anhelos que vuelan en desbandada; tu amor revolotea por encima de mi cabeza, mi corazón se estrella en el muro de mis lamentos.

Te imagino... porque nunca mis ojos han sentido el calor de tu mirada; te sueño... porque la realidad me ha apuñalado por la espalda; te deseo... porque tus palabras lejanas me hablan de sexo cálido y profundo; te quiero... porque nunca jamás mi alma pasó en vela tantas madrugadas.

La ciudad se muere en silencio y, también sin ruido, la negra oscuridad me espera al otro lado de la ventana. Asomo mi rostro a la noche con la inútil esperanza de adivinar tu desnudez bañándose en la luz de la luna; y mi vista se pierde en un limbo de cemento queriendo clavarse en tus pechos de plata, y mis dedos se van a hacer puñetas si tu tersa piel no les enseña el camino, y mis labios se han tenido que tragar cada beso que quería morir en los tuyos.

En la penumbra, mis fantasías viajan a lomos de veloces rayos que iluminan tu alcoba, y mis suspiros son gotas que repiquetean en los cristales, y mi aliento dibuja tu sonrisa en el espejo que nunca me mira a la cara, y mis susurros entran por debajo de las rendijas con su cantinela de gemidos, y mis latidos encuentran por fin sosiego pegaditos a tu níveo dorso.

Pero la vida, mi vida, agoniza acurrucada en el alféizar de tu ventana… sin saber si un día tus manos se apiadarán de una avecilla de alas rotas, sin saber si tu amor regará la flor que se marchita a la intemperie, sin saber si tus besos me recibirán como al sol que dejas entrar en tu refugio secreto.

jueves, 10 de febrero de 2011

El beso

No, no digas nada. Apaga tus luceros negros, déjame hacer y siente, siente el amor... mi amor. Flotan en al aire mis labios en su camino hacia los tuyos, y mis ojos, eunucos guardianes de tu desnudez, se cierran en tan anhelado beso, el primero. A ciegas, en la orilla de tu desbordante sonrisa, chapotea sin rubor mi lengua y, haciéndose agua, se imagina anudada a la tuya en mil y una volteretas.

Sedientas la una de la otra, húmedas como una noche de verano, nuestras lenguas se unen al son de la danza salvaje del deseo. Impetuosas, presas de la locura, como si no hubiese otro amanecer para seguir amándose, hacen chocar sus cuerpos en una esgrima de placer que no tiene fin. Y se beben, apurando cada gota del licor que desprenden, succionándose sin medida hasta que, embriagadas por el dulce elixir segregado, se rinden exhaustas, sin aliento, en una tregua que es un beso inerte en nuestros labios mordidos.

















Boca a boca, viajan mis versos en el ósculo que empujan tus susurros, soplos de amor que llaman a la puerta de tu corazón, pasión de letras que tu felicidad rumia trocito a trocito, recitando cada estrofa, cantando cada rima, muriendo en cada punto final. Y yo, como si presagiara que lo nuestro se acaba, sorbo a cucharadas cada momento contigo.

No hay respiro. Mi aire es el tuyo en una atmósfera de vicio que nos mata y nos da la vida en cada suspiro. Al borde de la asfixia, ahogado en el océano de la distancia que nos separa, millones de veces he soñado que en tu generosa boca se encaja la mía cerrando el túnel donde espera nuestro beso... para que no se pierda, para que nadie tenga la tentación de robármelo mientras duermes, para que no muera en otros labios.

jueves, 3 de febrero de 2011

Tan cerca, tan lejos
















En vela, el corazón en un puño. Angustia de amor que alimenta el insomnio, que se sirve como un café cargado, negro, solo, amargo. Secas mis lágrimas, mi alma llora en la penumbra y se aplasta contra la almohada, malherida, rota por todas las costuras, queriendo morir a cada segundo... sin tu amor.

Pasa la madrugada de puntillas, sin prisa, indiferente a mi sufrimiento. Los minutos se hacen horas en tan cruel espera, mis ojos han dejado de parpadear, mi cuerpo vive en un temblor sacudido por la tristeza... Porque sé que nunca te veré, porque mis labios jamás serán el camino elegido por tus besos y porque el amor que me robaste se ha quedado a vivir en tus palabras vacías, para siempre, sin contar conmigo.

La noche, fría como el hielo, se ha arropado con la manta del silencio... y yo, sin decir nada, me he acostado a su abrigo, buscando la calidez de sus brazos vacíos. En el reino de las tinieblas soy su amante eterno, desde que se pone el sol hasta que cada mañana mi vida se ciega al alba, rayos que me parten en mil pedazos, trocitos de mí que sólo recomponen tus besos de plata. Sin mirarnos a la cara, mis ojos sellados a su negrura, acechados por la sombra de tu sonrisa, nos amamos sin freno, medio desnudos, bajo el edredón que descose tu indolencia y que al aire deja la vergüenza de mi último fracaso.

Muere lentamente el crepúsculo... y mi corazón se deshace sin ruido. Sé que estás cerca pero nuestro deseado sueño, lejos de hacerse carne, se escurre entre mis manos, se esfuma como el último tren perdiéndose en el horizonte, se difumina como las señales de nuestro amor. Has venido, te siento, te imagino... pero otros labios se comerán tus besos, otras manos modelarán tu marmóreo cuerpo, otros brazos te mecerán entre sueños. Tan cerca, tan lejos.

martes, 1 de febrero de 2011

Gracias por un año de flechas

Sin tapones, 215 palabras de un deslabazado relato perpetrado un tedioso domingo de enero. Fue la primera de mis Flechas sin rumbo, hoy hace un año. Releerla es un ejercicio insufrible, apenas si es un intento de algo. Podría eliminar esa primera entrada (y muchas más), pero no lo haré por su valor sentimental... me abrió la puerta a un mundo literario tan largamente deseado como desconocido, dio a mi imaginación licencia para volar, me permitió dejar que mi corazón se desangre en cada relato, gota a gota, sin que se detenga ya esta hemorragia de letras y amor.

Han sido 57 relatos y escribir se ha convertido en una droga necesaria cada semana. Nunca soñé con llegar hasta aquí y tampoco sé qué futuro me aguarda. Sólo quiero seguir disfrutando de este maravilloso ejercicio y, si además es de vuestro agrado, no podré dejaros en la estacada. Cada latido de mi corazón será una flecha en este blog... y un canto en Twitter, la red sobre la que se proyectan sin pausa desde hace meses.

Gracias, muchas gracias. Y aun a riesgo de ‘olvidarme’ a alguien (pido perdón ya mismo), quiero hacer público mis agradecimientos más sinceros. Y empiezo por mi primer ‘archer’, @jzabalo, al que bauticé como mi “editor”. Me presentó en sociedad ante sus miles de seguidores de Twitter cuando yo no era nadie (ahora tampoco) y fue eco de mis relatos cada semana. Después han llegado cientos de ‘archers’ y de RTs, la primera fue @barbmk; el último, @LuisTrincado. Y flipo por tener 85 amigas y amigos alojados en mi blog, sufriendo el impacto de cada flecha, quedando malheridos por ese halo de tristeza que exhalo y que, sin duda, contagio.

















He aprendido en Twitter lo importante que es compartir y colaborar, me lo habéis enseñado con hechos, sin pedir nada a cambio a pesar de no habernos visto en la vida… y mi gratitud es eterna. Así dibujé un tatuaje de luna con @loremac, con quien también fabriqué unos deseos de chocolate y me dio el RT de su vida. Y de un par de tuits con @Cosechadel66 nació la libertad perdida, @Tierratrece me retó a remendar en versos unos sueños rotos y @bbbllum me dio una excusa para imaginar el azul de sus ojos. Nataixa (antes @nanastar) me pintó su galería de otoños, @juankarh puso una imagen en el viento y @pautxo me cedió una foto para un viaje a ninguna parte. Hacia el profundo abismo de la solidaridad me empujaron @senovilla_jfs, que depositó la convivencia en mis manos, y @jsanz, gracias a quien las letras en el Sáhara riman añorando un sueño perdido en el desierto.

Sin comerlo ni beberlo, @naranjaolimon me destacó entre sus blogs de mayo y ahora estoy en el @clubbloggers. Por un momento me llené de soberbia… y me estrellé en concursos con retoques de amor, fiesta en un pañuelo y mis viajes a la luna. Aprendida la lección, por cada página escrita cien leídas, cada semana me obsequia con sus versos @Mertxe_Beriain, como también lo hizo Kassandra y @miradaceleste. Y a veces me dejan meter las narices en sus letras @elecktrapink, @etcach y @Yomisma1981.

Me llenan vuestros comentarios, me encanta cruzarme con vuestros tuits, de los que muchas veces ‘copio’ ideas para mis flechas, inicialmente sin diana y luego sin rumbo... qué más da. Y gracias también por el fiel apoyo de archers inasequibles al desaliento como @Juanatalavera @carolciordia @similiki @Reina55 @Avisnigra67 @navarro_eva @MagaViajera @paufdr @Trianarts @laMar_s @Mara_BC @FBiurrun @aldaytu @gasolinero @larri1276 @nanaypadron @barrogante @somosceltas @merycal... y muchos más a los que todavía no he aburrido con mis cuentos. Otros se marcharon a golpe de unfollow y, por los buenos ratos vividos, no los olvido y espero que vuelvan algún día.

Sí, os lo había escrito unas líneas antes. He sido injusto con muchas y muchos de vosotros, ecos de mi prosa, viento de mis letras, botellas de mar que a diario surcan el océano en una y otra dirección. Perdón y gracias, muchas gracias.

La foto de este arquero desarmado es de @pautxo y está tomada en el retorno a mis orígenes.