martes, 26 de junio de 2012

En tus sueños



Un par de tuits en una noche de primavera han tenido la inmensa culpa de que mis sueños acaben navegando en un mar de palabras. Sí, en el mundo de los sueños he entablado un diálogo con Elisa Molnar (la puedes seguir en twitter, es @unmardepalabras), mujer poeta e incansable luchadora. Hemos cerrado nuestros ojos y hemos abierto nuestros corazones para que nuestras flechas se crucen a la hora de los sueños, cuando la razón ya ha claudicado ante el embate del deseo. Gracias, Eli.

@erronkari: Envuelta en su capa negra, la noche ha cerrado todas sus puertas y, mi amor, estrella titilante de guardia eterna, vuela por encima de los tejados buscando el mínimo resquicio para entrar en tus sueños. Te he soñado tanto... que mis ojos no saben dormir sin el fondo de pantalla de tu sonrisa y mi piel no necesita más ropa que el abrigo de tu desnudez cercana. Tanto te he soñado que sólo quiero que tú también me sueñes.


@unmardepalabras: Una noche igual que otras. Despertar sintiendo tu presencia invisible y, sin embargo, tan absurdamente tangible que muchas veces creo que me he vuelto loca. El vello erizado, el corazón acelerado y las entrañas ardiendo mientras tu perfume lo envuelve todo de una magia embriagadora que confunde una vez más mis sentidos. Y por una eternidad fugaz me olvido de que es tan solo el mismo sueño que me despierta noche tras noche...


@erronkari: En tus sueños... en tus sueños mi corazón imagina miles de noches de caricias y un horizonte lleno de besos. Y en la travesía de cada madrugada, un mar de palabras se abre a mi paso cuando me bato con el oleaje de las sábanas frías. Mis versos morirían por saltar libres entre tus labios y sus rimas, escondidas en las caracolas marinas, cantarían a tu amor su eco infinito al compás de las olas. Tanto te he buscado que, exhausto como un náufrago, aguardo en la playa de tus sueños el milagro de la luz de tu amanecer.


@unmardepalabras: Si tú supieras amor mío las veces que llego hasta tu puerta y te miro dormido. Son aquellas noches en las que las ansias se llevan el sueño hasta territorios inhóspitos y lejanos y la razón deja su lugar a las entrañas que no entienden de razones y te reclaman feroces. Y entonces no puedo más. Y estiro mi mano para rozar tímidamente tu frente agitada mientras temo que el latido desbocado de mi corazón despierte al mundo que te rodea y tus ojos me miren. Una vez más...