domingo, 20 de mayo de 2012

Nada

















Nada que decir... cuando el silencio es tu único mensaje, cuando el eco de tu voz vacía retumba atroz en la inmensidad de mis noches, cuando las huellas de mis versos las ha borrado el tiempo, cuando en tus labios ya no queda rastro de mis besos.

Nada que soñar... porque tu indiferencia ha sepultado mis ilusiones, porque mi alma duerme para siempre cuando el ocaso cierra mis ojos, porque mis fantasías no son sino pájaros con las alas rotas, porque al alba ya nada me retiene en el mundo de los sueños.

Nada que llorar... cuando te hiciste dueña de todas mis lágrimas, cuando mi helado corazón ni siente ni padece, cuando hasta el dolor cruzó la puerta del olvido, cuando tus manos se vaciaron para llenar mi cuerpo de puñales.

Y nada espero mientras todo ocurre, porque la vida me esquiva a cada minuto, porque tu nombre huye de mis palabras, porque de nuestro amor ya no queda nada y eso es todo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Amores y noches
















Hay amores que se ocultan en la noche, que malviven escondidos entre la maleza del corazón, sin querer que nadie sepa de ellos. Son amores imposibles que, desgarrados por las penas del anonimato, aprovechan las horas muertas del ocaso para campar a sus anchas en los inaccesibles bosques de los sueños. Y ahí, enredados entre los espinos, se arrastran en busca de mentiras que sigan alimentando su engaño... amores perdidos, para siempre perdidos.


Hay noches en las que el amor brilla como la luz del día. Y el sol, que rumia el infortunio de su soledad apagado entre las nubes, contempla con envidia esos amaneceres nocturnos de abrazos cálidos y húmedos besos. Es un eterno crepúsculo de verano que desnuda sin pudor la pasión desmedida de los amantes, sexos que se encienden en la pira del placer hasta explotar como fuegos artificiales. Noches de amor que dejan huella... vidas alumbradas, corazones ciegos.


Cuando las luces se apagan se encienden los deseos. Y la noche es un inmenso mar de silencio, un espejo en el que sólo la luna derrama de incógnito sus lágrimas, sin querer que nadie repare en su cruel desamparo. Pero la calma es agua pasada cuando, en un ir y venir frenético, olas de susurros y suspiros empiezan a romperse contra los cuerpos desnudos. Entonces, el amor se traga las palabras porque quien habla es el placer. Y las manos, hábiles intérpretes del lenguaje de la oscuridad, se enredan en mil conversaciones hasta que definitivamente callan... exhaustas, en la playa de otra piel rendidas, a merced del alba.