Mi corazón llora versos
todas las noches... lágrimas que inundan mi océano de papel en blanco; cristales
diminutos que dejan entrever mi pena; estrellas fugaces que desaparecen en la
negritud del cielo; gotitas saladas que resbalan por mis mejillas esperando
besar tus labios.
Es noche abierta para un
corazón cerrado… una ventana de par en par por la que las estrellas se asoman pixeladas
ante mis ojos vidriosos, un lienzo inacabado de mil colores grises que de
tristeza parece pintarlo todo, una mañana de primavera en la que las rosas se
asfixian engullidas por una niebla tan inesperada como espesa.
Ajada mi piel por la
frialdad del agua marina, mi vista rota de tanto mirar a un horizonte de
penumbra en tan inútil espera, dejo pasar el tiempo en silencio… y las olas
enmudecen ante mi pesar, y las caracolas ya no suenan a mar, y la arena se postra
desnuda a los pies de mi dolor, y hasta la vieja luna se hace nueva para que la
luz sólo sea cosa de un faro solitario cuyos rayos alumbran con desgana.
No hay amanecer sin
noche ni amor sin daño. No hay besos suficientes en tus labios para colmar la
ansiosa sed de los míos. No hay noche que muera acurrucada entre los brazos del
sol ni mal de amores que no sueñe con ser amor de nuevo.
Mar de soledad… alma que
lentamente se desploma hacia el vacío infinito, angustia que se apodera de todo
cuando la vida ya no es nada, nostalgia que es el aire que a cada instante
respiro, recuerdo de un amor que ahora ya sólo muere en el olvido.