lunes, 24 de octubre de 2011

Culpables












Mis labios muerden suavemente tus rizos rojos, apoyada tu cabeza sobre mi pecho, en lágrimas tus ojos de miel, mi corazón latiendo en gemidos silentes. Es el momento del adiós. Sé que no volveré a verte más, la pasión de tus besos devorará mi cuerpo sólo en mi marchita memoria y mis ávidas manos, que exploraron tu piel sin descanso, serán pasto del fuego helado de la soledad.

Entre sollozos, inundada de pena tu mirada, seca la mía de perderse en el horizonte yermo que se vislumbra, me has pedido que salga de tu vida… como si fuese posible poner diques a mi mar de amor, como si el sol dejase de salir mañana, como si mis besos pudieran encontrar otro camino que no fuese el que lleva a tus temblorosos labios.

Mis versos tienen la culpa... culpables de alargar un amor agónico que se desparrama en ríos de tinta cada madrugada de insomnio, culpables de construir castillos en el aire sobre deslabazadas estrofas, culpables de desvelar nuestra pasión secreta a otros ojos que nunca debieron leer las rimas de mi deseo. Alta traición de mis encendidos versos, hoguera de letras en la que arde sin remedio la lujuria descubierta, temor a fundir nuestras almas en un destino que la realidad no alumbra, miedo al amanecer.

Y ya preso para siempre en otro pecho, tu corazón se muere en el mío. Y tus últimas palabras de amor suenan rotas, y mis poemas rezuman tristeza cuando mi boca los recita sellada a la tuya. Amantes, amantes que se comieron cada minuto prohibido, amantes que nunca esperaron a la luz del alba, amantes que despiertan sin amor.

3 comentarios:

Mertxe_Beriain dijo...

Se cuelan de nuevo mis versos en tu morada...



La dulzura de mis arbequinas pardas
se mezcló con tus marconas canelas,
aderezo exótico en una sola mirada,
culpable del recuerdo que anhelas.

Las palabras de amistad y cariño
canjeadas por aluviones de letras,
versos de apasionamiento libertino,
culpables de encender la candela.

El néctar de mis labios titilantes
roció la piel sedosa de tu boca,
efluvio embriagador delirante,
culpable del deseo que te devora.

La apetencia de en uno fundirnos,
desató un ciclón de retozos excitantes,
simbiosis de cuerpos prendidos,
culpable de convertirnos en amantes.

Mertxe

amaia dijo...

Cuando uno llega al fondo solo queda un camino: bucear hasta llegar a la superficie. Ese camino también está lleno de cosas preciosas, peces de colores, corales y sirenas que nos hacen poner en su sitio aquello que un día creímos que era tan importante. Cuando llegas al destino te das cuenta de que no podía haber sido de otra forma y de que valió la pena. Un abrazo!!!

Pablo Roncal dijo...

.... gracias amaia y mertxe ... echar la culpa a los versos es lo más fácil ... y lo más injusto ... porque del amor nacieron las rimas que llenaron las hojas en blanco del corazón, porque mi camino hacia tus besos fue un poema eterno jalonado de hermosas rosas, porque llegados al final de nuestro amor sólo tú y yo fuimos culpables de no perpetuarlo ... pobres versos .... gracias