La noche ha dejado caer
sobre mis ojos su inmenso velo negro. Y la soledad amenaza con apagar mi
corazón sin ti… pero has pintado la ausencia con tu sonrisa de arco iris y mis
sueños están cargados de tus besos.
La ausencia es el puente que
nos une. Recuerdo a recuerdo, subo la escalera que me lleva hasta tu cielo. En
mis labios todavía el poso fresco de los tuyos, la realidad se hace un lío con
los sueños cuando aún te siento entre mis brazos, tan cálida como la fantasía
de una noche de verano, tan real como la vida misma. Y a cada segundo regreso a
ti comprobando que mi piel vive de tus caricias y que tu corazón late en el mío
como si solo fueran uno.
Llegan tus besos envueltos
en la distancia y, al calor imaginado de tus labios, parte mi corazón a buscarte en la noche
sabiendo que no estás... y del abrazo vacío con la nada saltan los recuerdos como
las chispas de ese fuego eterno que nos incendia, y de tu ausencia que no
quieren ver mis ojos salen fotografías a todo color que hacen bella mi existencia,
y de que tus manos llenas de placer sean invisibles reniega mi ávido cuerpo
sintiendo como te siente más cercana que nunca.
Amanece un nuevo día, una
hermosa excusa que nos regala la vida para que el tiempo que falta para volver
a vernos discurra veloz. La ausencia alimenta el deseo. Y en su ímpetu por
acabar con la interminable cuenta atrás que nos consume, devora imágenes huecas
y pensamientos en blanco hasta que mi cuerpo desnudo se mira por fin aliviado en
el espejo de tu radiante desnudez. Entonces,
amparada en la penumbra del amor furtivo, nuestra pasión estalla en mil
estrellas que esculpen en el cielo el presente que soñamos.