jueves, 18 de noviembre de 2010

La casa de los besos

A veces los recuerdos desaparecen y se quedan a vivir para siempre en el olvido. Sedientas arenas movedizas que se beben hasta la última gota de aquellas tardes de amor, olas gigantes que sepultan nuestros sentimientos bajo montones de indiferencia, fuegos extinguidos que renuncian a avivar sus llamas evitando el roce de miradas, cuerpos ahora extraños que antes la pasión inquebrantable esculpió unidos.

Mis besos trepaban por tu cuerpo como una enredadera escalando al cielo. Y la estela marcada por mis labios en tu piel era camino para mis manos traviesas, que en su ir y venir nervioso desvelaban a la noche tus bellas formas. Entonces, bañadas en el mar blanco de la luna, eran faro para mis deseos que en incansable travesía soñaban con arribar a tu ensenada. Y una vez allí, amarrado a tu corazón, moriría cada día de mi vida flotando en la ingravidez del amor.


En la fría oscuridad del invierno, abrazados en una combustión de hielo y fuego, recorrimos nuestros cuerpos a las puertas de esa casa abandonada, guarecidos en el inmenso portal de las estrellas, las luces de la carretera apocadas por el filtro de un castaño de ramas desnudas. Y en la soledad de la madrugada, tus labios escarcha en los míos, mi cuerpo volcán en el tuyo, aprendimos a amarnos.

Y de aquella morada sin dueño fuimos 'okupas', casa de los besos donde nuestros labios se sellaron por vez primera, solar desamparado que fue patio de juegos clandestinos, jardín prohibido en el que florecieron tu sexo y el mío regados por el deseo.

Arrugas en la cara y en el alma, mis ojos viajan al pasado para imaginarte en mis brazos. Y donde hubo delirio apenas si quedan unos remotos rescoldos del recuerdo, y de nuestro refugio secreto nada queda en pie, derribadas las paredes, demolidos nuestros sentimientos, un océano de asfalto en la pradera en la que rodaban anudados nuestros cuerpos. Y de la casa ya no queda nada… y de tus besos tampoco.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado muchísimo Pablo
saludicos
Eva

Mertxe_Beriain dijo...

Se cuelan,de nuevo, mis versos en tu casa,ahora,desbesada...



La angustia ciega mi corazón,
un golpe de amargura inunda mi tristeza,
mi cuerpo es un pañuelo de silencio
que se mueve arrastrado por la inercia.

Oscuridad a mi alrededor,
el amor es ahora llanto,
el llanto se torna dolor,
todo un grito de desolación.

La dama plateada se erige sigilosa,
acompañada de las perlas nacaradas
iluminando afligida la despedida
de nuestras ganas ya desgastadas.

Tras la puerta del obligado olvido,
se han quedado encerrados
el sabor de los besos azucarados ,
la lisura de las caricias entregadas
en la fogosidad de nuestros cuerpos
que se fundían tiernamente
concibiendo el arco iris del deseo.

Un oscuro amanecer
va tejiéndose en mi ser.
Deambulando desatado recorre
el eco de tu lejana voz
llenándome de un mudo duelo.

Enciendo la llama de la melancolía,
mientras se apaga poco a poco
el vivo calor que mantenía
el hogar que compartieron nuestras vidas.


Se lleva el rumor del viento
la ternura furtivamente ofrecida,
me voy quedando vacía,
me acompaña la desazón
producida por la agonia.


Adiós a la explosión de sentimientos
que nos regalamos con frenesí
en cada mirada,
en cada sonrisa,
en cada palabra…

Mertxe

Pablo Roncal dijo...

Gracias, Eva ... tus halagos alimentan mi siguiente flecha ... encantado de que te guste ...

Gracias Mertxe ... las casas se abandonan a su suerte ... y mueren en el desamparo de ventanas y puertas rotas ... como el amor cuando cae en el olvido .... "enciendo la llama de la melancolía" ...