jueves, 17 de febrero de 2011

En tu ventana




Un sudor frío recorre mi cuerpo en la noche, abrazo de hielo entre las sábanas vacías, gotas de desamor que calan en el mar de mis penas, sin ti la cama es un páramo desolador. Mis ojos son pájaros nocturnos; tus besos, anhelos que vuelan en desbandada; tu amor revolotea por encima de mi cabeza, mi corazón se estrella en el muro de mis lamentos.

Te imagino... porque nunca mis ojos han sentido el calor de tu mirada; te sueño... porque la realidad me ha apuñalado por la espalda; te deseo... porque tus palabras lejanas me hablan de sexo cálido y profundo; te quiero... porque nunca jamás mi alma pasó en vela tantas madrugadas.

La ciudad se muere en silencio y, también sin ruido, la negra oscuridad me espera al otro lado de la ventana. Asomo mi rostro a la noche con la inútil esperanza de adivinar tu desnudez bañándose en la luz de la luna; y mi vista se pierde en un limbo de cemento queriendo clavarse en tus pechos de plata, y mis dedos se van a hacer puñetas si tu tersa piel no les enseña el camino, y mis labios se han tenido que tragar cada beso que quería morir en los tuyos.

En la penumbra, mis fantasías viajan a lomos de veloces rayos que iluminan tu alcoba, y mis suspiros son gotas que repiquetean en los cristales, y mi aliento dibuja tu sonrisa en el espejo que nunca me mira a la cara, y mis susurros entran por debajo de las rendijas con su cantinela de gemidos, y mis latidos encuentran por fin sosiego pegaditos a tu níveo dorso.

Pero la vida, mi vida, agoniza acurrucada en el alféizar de tu ventana… sin saber si un día tus manos se apiadarán de una avecilla de alas rotas, sin saber si tu amor regará la flor que se marchita a la intemperie, sin saber si tus besos me recibirán como al sol que dejas entrar en tu refugio secreto.

1 comentario:

Mertxe_Beriain dijo...

Mis versos,sin permiso,se cuelan tras el vidrio de tu ventana...

Tras la nítida luna de la ventana
mi avidez aguarda tu presencia,
con un nudo en la garganta,
insegura y con impaciencia.

Se cuelan, entre su macizo marco,
con soplos de cálido deseo,
briznas de un vendaval bizarro
que acarician y envuelven mi cuerpo.

Furia de viento, tu apariencia,
arrumacos en continuo movimiento,
recorriendo mi existencia
hasta rozar el desfallecimiento.

Ciclón, que me mantiene paralizada,
a su libre albedrío arrasa
en busca de mi gran alhaja,
bajo mi talle custodiada.

Aire huracano que se enmascara
en sutil danza conquistadora,
me baila… como se le antoja,
me dejo llevar… por su magia.

Tornado empapando con dulzura
mis enjutos labios resecos,
rociándolos de exquisita ternura
con besos de azúcar moreno.

Tras el cristal del ventano empañado,
la impetuosa galerna desatada,
Ceres y Neptuno enlazados,
amándose bajo la misma morada.

Mertxe