miércoles, 10 de febrero de 2010

Atrapado



Mis pies han comenzado a andar, uno al lado del otro, sin rumbo, sin destino, sólo mirándote de soslayo. Perpendiculares, caminan distraídos, como si la feria no fuese con ellos, como si elevándose de puntillas pasaran inadvertidos y en silencio. No hay nada que fingir, la tentación es demasiado fuerte y mis pies, en rebedía, solo obedecen a mi corazón atrapado.

Trazo mis huellas en la arena, una al lado de la otra, y me detengo, inmóvil, los ojos abiertos cual lunas llenas para captarte del todo, para no perderme ni un mínimo detalle ... aunque nunca pase nada. Enlazo mis rastros, uno detrás de otro, y vuelvo sobre mis pasos y me topo con mis huellas. ¿Voy o vengo?

Sigo ensimismado tus movimientos, tu poderosa belleza que se desparrama cada vez que te posas sobre la arena y luego regresas jugando al gato y al ratón, huyendo, dejándote querer, una y otra vez. Y contigo va mi mirada, absorto en tus vaivenes, en tus curvas infinitas, en los rizos de espuma que coronan tu desaire.

Y no puedo más que seguir contemplándote hasta con los ojos cerrados, deleitándome con la bravura de tus gemidos en la noche, acunándome en tu nana, nanita, que suena a canción repetida, a éxito del verano, siempre a ti. Mañana volveré y estarás ahí, de noche y de día, y yo también. Atrapado.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Qué bonito vaivén has trazado.

Pablo Roncal dijo...

Gracias por tu comentario, significa mucho para mí en apenas cinco palabras