miércoles, 7 de abril de 2010

Retrato robado


Atraviesa el espacio un haz de luz diminuto, brillante, fugaz. Sin tocarte, se posa en tu rostro. Por un instante, lo ilumina en todo su esplendor para después, pasado ese nanosegundo de gloria, dejarlo sumido entre los claroscuros de la vida.

He visto los ojos con los que me miras, dos negros destellos que titilan sin parar y que todo lo escrutan. He visto los ojos por los que me siento observado. Seguramente, imaginaciones mías. Y he apartado los míos con un mohín de rubor, me he hecho pequeño de repente, se me ha ido la vista abajo como si estuviese en el suelo esa respuesta a mi zozobra.

Apocado estaba frente a tu serena mirada cuando tus labios han esbozado una incipiente sonrisa, de comprensión, de compasión ... Y tus ojos se han hecho grandes y me han cegado de nuevo con la crueldad de quien se siente dueña de la situación. Has jugado a mirarme sin parpadear y yo lo he querido. Porque me ha gustado sentir de nuevo el vaivén de mi corazón, porque he sentido que me gusta ser presa del fuego del amor.

Armado de arrojo, he querido sostener tu mirada pero no estabas. Te has ido sin decir nada, como siempre. El espejo de tu rostro ha quedado vacío, como un marco sin fotografía, como un retrato robado.

1 comentario:

Sofía Chiquetts dijo...

" Porque me ha gustado sentir de nuevo el vaivén de mi corazón, porque he sentido que me gusta ser presa del fuego del amor." Bellísimo.