domingo, 28 de marzo de 2010

Sueños imposibles: amor de verano



Ventana abierta de par en par, cortinas que se agitan como una blanca bandera en retirada, brisa que refresca su cuerpo desnudo en una noche de verano. Ella cierra los ojos para sentir mejor sus caricias, la cercanía de su piel, la fresca humedad de su boca. Y se deja llevar ...

Rizos negros entre sus dedos, devora hambriento sus labios carnosos y explora infatigable su irregular orografía. Las montañas de miel tiemblan una y otra vez bajo el hacer nervioso de sus manos. Y su lengua de fuego lo invade todo en ese camino de locura que conduce al valle del éxtasis. Y se deja llevar ...

La luna llena asoma tímida en la noche estrellada, vacilante, de refilón, con el sonrojo de quien no está invitada a la fiesta. Colores de neón iluminan sus curvas ahora verdes, luego azules. Y una vez más, ella se sumerge en el mar de sus brazos y naufraga sin remedio en la tormenta de pasión. La respiración se corta y se acelera en el cuerpo a cuerpo. Y se deja llevar ...

Cuando los primeros rayos del amanecer penetran en la habitación, buscan a tientas sus manos el rastro de su amor. Con la frialdad del lecho como única respuesta, sus ojos se entreabren y no ven nada. Ella no está, nunca ha estado. Y se deja llevar ...

Despierta sudorosa, todavía jadeante al rememorar cada segundo de excitación. Estira sus brazos para rodearlo, pero sólo el vacío sale a su encuentro. Y su desnudez llora bajo las sábanas, otro día más. Y se deja llevar ...

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