No me podía quedar parado ante la injusticia, no quería....y empapelé las estrellas del universo con tu sonrisa, y todos los muros leyeron mis pintadas de amor, y te lancé al cielo millones de besos en burbujas. Todo por seguir a tus órdenes, todo por amar y ser amado, todo por no estar los lunes al sol. ¿Qué quedaba del contrato que unió a nuestras almas sedientas? Besos caducados, miradas ciegas, caricias frías, palabras huecas, cuerpos inexplorados al albur de amantes futuros.
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Amor en huelga. Manifestada ante el mundo mi profunda desolación, rotas las suelas de mis botas por los kilómetros de tu indiferencia, a rastras la bandera de mi esperanza, dejé clavados mis versos más tristes en tu jardín. Y en un último arrebato de furia, exploté como un volcán eterno. Fuego de mi pasión herida en las barricadas, sueños que se reducen a cenizas, suicidio colectivo de deseos que se carbonizan, mi corazón en llamas....después, sentado ante el balcón de tus ojos, lloré a gritos por tu amor indefinido. Hasta quedar inconsciente.
Y volví en mí cuando ya nada esperaba de ti....para descubrir que mi tormenta imaginaria era agua pasada, para saber que sin despido no hay readmisión, para oír de tus labios los ansiados ‘tequieros’. Y a la luz de un nuevo día, mis ojos se dejaron cegar por tu hermosura, y mis cabellos fueron rizos entre tus dedos, y tu lengua lamió en son de paz cada una de mis heridas virtuales, y nuestros cuerpos volvieron a ser uno bajo las sábanas.