miércoles, 3 de marzo de 2010

Tristeza escrita


Decía Pablo Neruda, el gran poeta chileno que cantó al amor y a la tierra, que podía escribir los versos más tristes esta noche. Escritas hoy, su patria rota por las entrañas, las rimas de Neruda habrían sido un incontenible grito de dolor, una denuncia contra la madre que parió a la naturaleza, una crónica de crueldad infinita.

Al otro lado del charco, los versos pueden ser tristes sin aparente motivo, sin penas, sin lágrimas ...


Gotas de lluvia contra mi ventana,
leve repiqueteo en sinfonía
de tristes notas y melancolía
que se hacen dueñas del pentagrama.

Recuerdos que retornan con desgana,
momentos de ya olvidada alegría,
tiempos mejores en los que quería
disfrutar sin esperar al mañana.

Mil imágenes pasan por mi mente,
películas antiguas sin acabar,
trazos difuminados en la lente,

nostalgia de aquel camino que al andar
enfilaba rumbo a un horizonte
de sueños que nunca conseguí alcanzar.


... basta con extraer de la memoria una juventud marchitada y aplicarse al ejercicio literario de embutirla en versos endecasílabos. Y tirar de rimas asonantes, más fáciles para los recién iniciados, para completar los catorce versos de un soneto triste. Tristeza escrita ... sin aparente motivo, sin penas, sin lágrimas.

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