miércoles, 26 de mayo de 2010

Versos para el olvido


Frunce el ceño el viejo poeta, como si ese gesto, mitad enfado mitad concentración, atrajese los versos a sus manos temblorosas. La ventana está entreabierta. Sus ojos pequeños salen a buscar rimas perdidas entre la negritud salpicada de estrellas. Entra sin permiso la zozobra que le atormenta, el amor real nunca vivido, una angustia que cada día extingue su débil aliento.

En penumbra. En blanco ante el papel desierto. Borrón y a empezar de nuevo. Sin título, sin tema. Otro tachón y los versos que no llegan. Buscando una respuesta clava su mirada en la luna, espejo del cuarto menguante de su propia existencia.

Y la vida se va cada noche, en endecasílabos mal medidos que tocan a muerto, sin saber si habrá otro amanecer.

Luz saliste a iluminar mi camino,
borracho de ego negué tu presencia,
y tu albura oscureció por la ausencia,
mi miope ceguera no vio el destino.

Mis pies infames mancharon la alfombra
de amores que encontré en mi travesía;
mis manos despreciaron la agonía
de tus pétalos llorando en la sombra.

Y la vida moría en decadencia
cuando, mi flor de Arabia, tu perfume
gritó a la luna mi absurda existencia.

Jazmín, tu elixir a fuego consume
mi corazón que, henchido de arrogancia,
arruinó tu amor y se agostó impune.

Sin permiso, mi humilde homenaje al poeta argentino Jorge Luis Borges, inspirado en su muy leído haiku: "La vieja mano/ sigue trazando versos/ para el olvido".

2 comentarios:

kassandra dijo...

Poeta de parques y jardines,
vendimio este septiembre
mis uvas de la ira.

Ironía, falacia imposible,
repica en el suelo la gota
aún espesa de sangre tardía.

Sangre gorda, gorda Sangre.

Sangre roja y arrogante.
Espesa sangre y lamento
del corazón, muy adentro.

Penar, pesar y pasar,
de esta cobardía mía.
Corriendo, huyendo, muriendo,
las gotas me las reservo.

Me reservo estas densas gotas,
para seguir latiendo
prolongando mi agonía
que me lleva cada día
a vivir con mi tormento.

Lisiada de sentimiento,
amputado el corazón,
convertido en un muñón
que me mastica por dentro.

Y las gotas van callendo,
nublando los pensamientos,
de compartir contigo
y ver que no era el momento.

Qué las lágrimas de sangre!
que resbalan por mi cara,
sentencian con su silencio
que yo ya no soy nada.

qué me revelo cobarde
para morir cada instante
por no vivir esta vida.

vendimiando como siempre
estas gotas de la ira.

Pablo Roncal dijo...

Hola Kassandra ... es genial¡¡¡¡¡ Me gusta mucho, tienes un estilo muy especial .... gracias por alojar tus palabras en mi blog.